La Biblia, Nuevo Testamento, San Lucas 7:1-10
Jesús sana al siervo del centurión
Cuando terminó de hablar al pueblo, que le escuchaba, Jesús entró en Capernaum.
Y el siervo de cierto centurión, a quien él quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir.
Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que viniese y sanase a su siervo.
Y ellos se acercaron a Jesús y le rogaban con insistencia, diciéndole: El es digno de que le concedas esto;
porque ama a nuestra nación, y él mismo nos edificó una sinagoga.
Y Jesús fue con ellos. Y cuando ya no estaban muy lejos de su casa, el centurión le envió unos amigos para dicirle: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo;
por lo que, no me tuve por digno de ir a ti. Más bien, dí la palabra, y mi siervo será sano.
Porque yo también soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mi mando; y digo a éste: Ve, y él va; y al otro: Ven, y él viene; y digo a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.
Nota:
Jesús quiere ver fe en nuestras vidas, y el hace el resto. Descansemos en él.
El respeto suma al clamor del Centurion, igual debemos hacer nosotros.
Estar bajo autoridad es de suma importancia en el testimonio, al igual que hacer buenas obras.
Reconocerse pecador e indigno hace asombrar a Jesús en el conocimiento de nuestra humanidad.
El milagro de Jesús viene pronto.
https://www.youtube.com/watch?v=s0G48OVxeDo&list=UUJHCUwdzN9m8QHsVwEbQh1A
https://www.youtube.com/watch?v=DnmYFHKZM9k&list=UUJHCUwdzN9m8QHsVwEbQh1A